rezando en la montaña

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viernes, 31 de mayo de 2013

Homilía del Papa Francisco en la misa de Pentecostés, domingo 19 de mayo de 2013, Plaza de San Pedro de Roma

En este día, contemplamos y revivimos en la liturgia la efusión del Espíritu Santo que Cristo resucitado derramó sobre la Iglesia, un acontecimiento de gracia que ha desbordado el cenáculo de Jerusalén para difundirse por todo el mundo.
Pero, ¿qué sucedió en aquel día tan lejano a nosotros, y sin embargo, tan cercano, que llega adentro de nuestro corazón? San Lucas nos da la respuesta en el texto de los Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado (2,1-11). El evangelista nos lleva hasta Jerusalén, al piso superior de la casa donde están reunidos los Apóstoles. El primer elemento que nos llama la atención es el estruendo que de repente vino del cielo, «como de viento que sopla fuertemente», y llenó toda la casa; luego, las «lenguas como llamaradas», que se dividían y se posaban encima de cada uno de los Apóstoles. Estruendo y lenguas de fuego son signos claros y concretos que tocan a los Apóstoles, no sólo exteriormente, sino también en su interior: en su mente y en su corazón. Como consecuencia, «se llenaron todos de Espíritu Santo», que desencadenó su fuerza irresistible, con resultados llamativos: «Empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse». Asistimos, entonces, a una situación totalmente sorprendente: una multitud se congrega y queda admirada porque cada uno oye hablar a los Apóstoles en su propia lengua. Todos experimentan algo nuevo, que nunca había sucedido: «Los oímos hablar en nuestra lengua nativa». ¿Y de qué hablaban? «De las grandezas de Dios».
A la luz de este texto de los Hechos de los Apóstoles, deseo reflexionar sobre tres palabras relacionadas con la acción del Espíritu: novedad, armonía, misión.
1. La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida, según nuestros esquemas, seguridades, gustos. Y esto nos sucede también con Dios. Con frecuencia lo seguimos, lo acogemos, pero hasta un cierto punto; nos resulta difícil abandonarnos a Él con total confianza, dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones; tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos. Pero, en toda la historia de la salvación, cuando Dios se revela, aparece su novedad, trasforma y pide confianza total en Él: Noé, del que todos se ríen, construye un arca y se salva; Abrahán abandona su tierra, aferrado únicamente a una promesa; Moisés se enfrenta al poder del faraón y conduce al pueblo a la libertad; los Apóstoles, de temerosos y encerrados en el cenáculo, salen con valentía para anunciar el Evangelio. No es la novedad por la novedad, la búsqueda de lo nuevo para salir del aburrimiento, como sucede con frecuencia en nuestro tiempo. La novedad que Dios trae a nuestra vida es lo que verdaderamente nos realiza, lo que nos da la verdadera alegría, la verdadera serenidad, porque Dios nos ama y siempre quiere nuestro bien. Preguntémonos: ¿Estamos abiertos a las “sorpresas de Dios”? ¿O nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido la capacidad de respuesta?
2. Una segunda idea: el Espíritu Santo, aparentemente, crea desorden en el Iglesia, porque produce diversidad de carismas, de dones; sin embargo, bajo su acción, todo esto es una gran riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía. En la Iglesia, la armonía la hace el Espíritu Santo. Un Padre de la Iglesia tiene una expresión que me gusta mucho: el Espíritu Santo “ipse harmonia est”. Sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. En cambio, cuando somos nosotros los que pretendemos la diversidad y nos encerramos en nuestros particularismos, en nuestros exclusivismos, provocamos la división; y cuando somos nosotros los que queremos construir la unidad con nuestros planes humanos, terminamos por imponer la uniformidad, la homologación. Si, por el contrario, nos dejamos guiar por el Espíritu, la riqueza, la variedad, la diversidad nunca provocan conflicto, porque Él nos impulsa a vivir la variedad en la comunión de la Iglesia. Caminar juntos en la Iglesia, guiados por los Pastores, que tienen un especial carisma y ministerio, es signo de la acción del Espíritu Santo; la eclesialidad es una característica fundamental para los cristianos, para cada comunidad, para todo movimiento. La Iglesia es quien me trae a Cristo y me lleva a Cristo; los caminos paralelos son peligrosos. Cuando nos aventuramos a ir más allá (proagon) de la doctrina y de la Comunidad eclesial, y no permanecemos en ellas, no estamos unidos al Dios de Jesucristo (cf. 2Jn 9). Así, pues, preguntémonos: ¿Estoy abierto a la armonía del Espíritu Santo, superando todo exclusivismo? ¿Me dejo guiar por Él viviendo en la Iglesia y con la Iglesia?
3. El último punto. Los teólogos antiguos decían: el alma es una especie de barca de vela; el Espíritu Santo es el viento que sopla la vela para hacerla avanzar; la fuerza y el ímpetu del viento son los dones del Espíritu. Sin su fuerza, sin su gracia, no iríamos adelante. El Espíritu Santo nos introduce en el misterio del Dios vivo, y nos salvaguarda del peligro de una Iglesia gnóstica y de una Iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto; nos impulsa a abrir las puertas para salir, para anunciar y dar testimonio de la bondad del Evangelio, para comunicar el gozo de la fe, del encuentro con Cristo. El Espíritu Santo es el alma de la misión. Lo que sucedió en Jerusalén hace casi dos mil años no es un hecho lejano, es algo que llega hasta nosotros, que cada uno de nosotros podemos experimentar. El Pentecostés del cenáculo de Jerusalén es el inicio, un inicio que se prolonga. El Espíritu Santo es el don por excelencia de Cristo resucitado a sus Apóstoles, pero Él quiere que llegue a todos. Jesús, como hemos escuchado en el Evangelio, dice: «Yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros» (Jn 14,16). Es el Espíritu Paráclito, el «Consolador», que da el valor para recorrer los caminos del mundo llevando el Evangelio. El Espíritu Santo nos muestra el horizonte y nos impulsa a las periferias existenciales para anunciar la vida de Jesucristo. Preguntémonos si tenemos la tendencia a cerrarnos en nosotros mismos, en nuestro grupo, o si dejamos que el Espíritu Santo nos conduzca a la misión.
La liturgia de hoy es una gran oración, que la Iglesia con Jesús eleva al Padre, para que renueve la efusión del Espíritu Santo. Que cada uno de nosotros, cada grupo, cada movimiento, en la armonía de la Iglesia, se dirija al Padre para pedirle este don. También hoy, como en su nacimiento, junto con María, la Iglesia invoca: «Veni Sancte Spiritus! – Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor». 
Amén.


jueves, 30 de mayo de 2013

La flor de la honestidad

Un emperador convocó a todos los solteros del reino pues era tiempo de buscar esposo a su hija. Todos los jóvenes asistieron, y el rey les dijo: “Les voy a dar una semilla diferente a cada uno. Al cabo de seis meses deberán traerme en un tiesto la planta que haya crecido, y la más bella ganará la mano de mi hija y por ende, el reino.” Entre ellos había un joven que plantó su semilla y ésta nunca llegó a germinar. Mientras tanto, los demás participantes del singular torneo no paraban de hablar y mostrar las hermosas plantas y flores que iban apareciendo en sus tiestos.

Llegaron los 6 meses y todos los jóvenes comenzaron a desfilar hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas. Nuestro héroe estaba muy triste pues su semilla nunca llegó a dar señales de vida, por lo que ni siquiera quería presentarse en el palacio. Sin embargo sus amigos y familiares lo animaron e insistieron tanto, que tomando valor, decidió culminar la competencia mostrando con sinceridad el fruto de su semilla.

Todos hablaban de sus plantas, y al ver a nuestro amigo con el tiesto vacío empezaron a burlarse. En ese momento el alboroto fue interrumpido por la entrada del rey. Todos hicieron sus respectivas reverencias mientras el soberano se paseaba entre ellos admirando los resultados.

Finalizada la inspección, se acercó a su hija y llamó, de entre todos, al joven cuyo tiesto estaba vacío. Atónitos y confundidos, todos esperaban la explicación de aquella acción, para ellos, incomprensible. El rey dijo entonces: “Este es el nuevo heredero al trono que se casará con mi hija, pues a todos ustedes se les dió una semilla estéril y todos trataron de engañarme plantando otras semillas, pero este joven trajo la más hermosa de todas las plantas… la virtud de la honestidad. Tuvo el valor de presentarse y mostrar su tiesto vacío, siendo sincero, genuino, real y valiente, cualidades que deben distinguir al esposo y futuro rey que mi hija se merece.”

Cuando nos acerquemos al Señor mostrémonos tal y como somos. A Él no lo podemos engañar, Él ya nos conoce. ¿Para qué simular?

“Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni secreto que no haya de descubrirse.” Marcos 4:22


viernes, 24 de mayo de 2013

Soneto de Francisco Luis Bernárdez




Si para recobrar lo recobrado

debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,
si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.

martes, 21 de mayo de 2013

Papa Francisco ofrece misa de Pentecostés


CIUDAD DEL VATICANO, mayo 19, 2013.- Más de 200 mil fieles asistieron a la misa de pentecostésen la Plaza San Pedro del Vaticano, donde ante el Papa francisco celebraron la venida del Espíritu Santo.
Durante su homilía, el Papa Francisco habló sobre individualismos y exclusivismos que siembran la división en la Iglesia católica, por lo que aclaró que "la iglesia debe de estar unida, debe de ser una iglesia misionera en este día en el que se conmemora la venid del espíritu santo".
En esta fiesta litúrgica de Pentecostés, que inició el sábado, el obispo de Roma encabezó la celebración eucarística en la que participaron representantes de alrededor de 150 movimientos eclesiásticos de diferentes partes del mundo.
Desde las primeras horas del domingo, miles de personas abarrotaron la Plaza de San Pedro para participar en la misa del Papa, que comenzó antes de las 10:30 horas local, concelebrada por 70 de cardenales, obispos y sacerdotes.
La homilía de Francisco se refirió a la diversidad en la Iglesia católica, aunque reafirmó que de ninguna  manera la iglesia es un ONG,  dijo que es un conjunto de fieles que debe de ir siempre hacia los demás, a los  pobres  y a las personas más necesitadas.
Francisco dijo que a los fieles que tienen que estar abiertos a la novedades que trae el espirito santo, explicó que "los seres humanos tienen temor  de que Dios les haga recorrer caminos nuevos, les haga salir de su horizonte a menudo limitado, cerrado, egoísta, para abrirnos a sus horizontes".
"La novedad nos da siempre un poco de miedo. Nos sentimos seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, los que programamos, los que proyectamos nuestra vida según nuestros esquemas, nuestras seguridades, nuestros gustos", agregó.
Jorge Mario Bergoglio, insistió en temas de ética,  en el campo de la economía pidió que la iglesia sea abierta que no se encierre en si misma.

Al finalizar esta celebración, el  Santo Padre hizo recorridos en el papamóvil para saludar a la multitud,  y alcanzó a llegar hasta casi la mitad de la calle que desemboca en la Plaza de San Pedro.
El número de fieles que acuden los miércoles y domingos se ha duplicado desde la llegada del Papa Francisco, así como la cercanía y la gran química entre él y los fieles.

OPORTUNIDAD


Un joven describía entusiasmado lo que soñaba poder hacer por los pobres.

“¿Y cuándo piensas hacer realidad tus sueños?”, le preguntó el Maestro.
“Tan pronto como llegue la oportunidad de hacerlo”.

“La oportunidad nunca llega”, 
dijo el Maestro.

“La oportunidad ya 
está aquí”

domingo, 12 de mayo de 2013

misas en las esquinas... octubre 2009

MISAS EN LAS ESQUINAS....

INAGURANDO LA ERMITA EN LA CALLE RUCCI Y CHACO EN VALENTIN ALSINA...

NOTAN LA LUZ.... QUE FORMA TIENE?

jueves, 2 de mayo de 2013

TARJETA DE PRESENTACIÓN

(Hecho biográfico ocurrido en 1892) 
Un señor de unos 70 años viajaba en el tren, teniendo a su lado a un joven universitario que leía su libro de Ciencias. El caballero, a su vez, leía un libro de portada negra. Fue cuando el joven percibió que se trataba de la Biblia y que estaba abierta en el Evangelio de Marcos.
Sin mucha ceremonia, el muchacho interrumpió la lectura del anciano y le preguntó:
- Señor, ¿usted todavía cree en ese libro lleno de fábulas y cuentos?  
- Sí, mas no es un libro de cuentos, es la Palabra de Dios. ¿Estoy equivocado? 

- Pero claro que lo está. Creo que usted señor debería estudiar Historia Universal. Vería que  la Revolución Francesa, ocurrida hace más de 100 años, mostró la miopía de la religión.
Solamente personas sin cultura todavía creen que Dios hizo el mundo en 6 días. Usted señor debería conocer un poco más lo que nuestros Científicos dicen de todo eso.
- Y... ¿es eso mismo lo que nuestros científicos dicen sobre la Biblia? 
- Bien, como voy a bajar en la próxima estación, no tengo tiempo de explicarle, pero déjeme su tarjeta con su dirección para mandarle material científico por correo con la máxima urgencia.
El anciano entonces, con mucha paciencia, abrió cuidadosamente el bolsillo derecho de su bolso y le dio su tarjeta al muchacho. Cuando éste leyó lo que allí decía, salió cabizbajo, sintiéndose peor que una ameba.  En la tarjeta decía:

Profesor Doctor Louis Pasteur
Director General del Instituto de Investigaciones Científicas
Universidad Nacional de Francia
 


Un poco de Ciencia nos aparta de Dios.
Mucha, nos aproxima.
Dr. Louis Pasteur